(Por: Idalia Portillo)
Esta noche, como otras noches, he vuelto a
casa recordándote.
Mientras reposo
en el sofá, la desapacible tristeza me susurra que estás mejor sin mí, me niego
a creerle, yo no lo estoy, la agonía de tu ausencia comienza a presionar mi pecho
y a racionar mi aire.
Es un camino
largo y oscuro el que sigo, lleno de sombras y hoyos, he caído en uno. Mientras
caigo apresuradamente y sin fin, la presión baja a mi estómago y grito fuertes
y agonizantes alaridos inaudibles. Nadie me escucha, puedo sentir las lágrimas
en mis mejillas. Llego al fondo, me quiebro, cierro mis ojos.
Me levanto del
sofá para servirme una copa de vino, continúo.

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