(Por: Idalia Portillo)
Te encuentro en este concurrido bar, apenas hay espacio para estar parados, pareces incómoda por un momento, me distraigo en tu sonrisa y el lugar queda en silencio. Tras unos minutos juntos ya no hay ni una gota de tristeza en tu rostro, pareces solo una niña asombrada descubriendo los sentidos, nos quedamos de pie al final de la barra, solo hay lugar para un pequeño plato blanco.
Éste será el mejor pastel de queso que probarás en tu vida, te digo.
Mientras miramos los colores del postre acompañado de dos cucharillas, sostienes en tu boca un pequeño bocado de él por unos segundos, actúas pensativa, me desanimo, pienso que no te ha gustado, pero en tus ojos rasgados aparece una nota de brillo: “Tuve que deconstruir todos los sabores de mis pasteles de queso pasados, amo éste”. Sonríes y me pierdo de nuevo en ti. Te pienso aún, a veces siento que siempre te extrañaré.
Comentarios
Publicar un comentario